El antes y el después de la traducción automática
Ahora que vamos a profundizar en el desarrollo de las herramientas dedicadas a la traducción automática, conviene echar la vista atrás y pararse a pensar en sus orígenes. No fue hasta mediados del siglo XVII cuando Johannes Becher escribió sobre la invención de un metalenguaje matemático diseñado para describir el significado de las frases escritas en cualquier idioma. De esta forma, las primeras máquinas de traducción fueron inventadas en 1930 y en 1940 por G. Astruni y P. Trojanskij y la primera demostración exitosa sobre una de las máquinas tuvo lugar el 7 de enero de 1954 en la Universidad de Georgetown, Washington.
Después de aquello, el llamado Comité de Procesamiento Automático del Lenguaje publicó el ALPAC-Report, según el cual los editores de los sistemas de procesamiento de palabras debían ofrecer la posibilidad de editar e introducir textos en todas las lenguas, algo verdaderamente relevante desde la perspectiva del traductor. Desde entonces, el sistema de caracteres ASCII o ANSI ha supuesto la posibilidad de introducir textos en distintos alfabetos (no solamente el latino que utilizamos nosotros) y las "Memorias de Traducción" se han acabado convirtiendo en una herramienta fundamental para todo traductor: permiten organizar nuestras traducciones y, de esta manera, acceder a textos paralelos.
Después de aquello, el llamado Comité de Procesamiento Automático del Lenguaje publicó el ALPAC-Report, según el cual los editores de los sistemas de procesamiento de palabras debían ofrecer la posibilidad de editar e introducir textos en todas las lenguas, algo verdaderamente relevante desde la perspectiva del traductor. Desde entonces, el sistema de caracteres ASCII o ANSI ha supuesto la posibilidad de introducir textos en distintos alfabetos (no solamente el latino que utilizamos nosotros) y las "Memorias de Traducción" se han acabado convirtiendo en una herramienta fundamental para todo traductor: permiten organizar nuestras traducciones y, de esta manera, acceder a textos paralelos.
Así, dando un salto a la actualidad, Emmanuel Margetic nos habla en uno de sus artículos de la combinación entre automatización y factor humano en la traducción. Afirma que hay verdaderos profesionales que han sido formados para ser traductores con distintas especialidades, pero que también hay demasiados “profesionales incompetentes”, que sólo por ser bilingües consideran que ya saben todo lo necesario para hacer una traducción adecuada. En mi opinión, no deberíamos ser tan radicales; para realizar el trabajo de un traductor es necesario tener una serie de conocimientos lingüísticos y culturales que, tanto el que se ha formado como traductor propiamente dicho como el que es bilingüe, pueden tener. Todo depende de la formación y experiencia personal de cada uno.
Según Margetic, la traducción implica “pasión” por las lenguas y las culturas. Esa “pasión” de la que hablamos será, probablemente, el fundamento más sólido de la traducción durante los próximos años. Esto es así porque, pese a que la incursión de las nuevas tecnologías en el mundo de la traducción tendrá como resultado una menor presencia del traductor en el proceso, Margetic asegura que precisamente esa mezcla entre el aporte humano y el electrónico será el que dominará las siguientes generaciones de traductores. El ámbito cultural de todo texto es uno de sus elementos más importantes y, por así decirlo, el más “humano”.
No obstante, no podemos olvidar que todas estas herramientas deben utilizarse correctamente o, de lo contrario, no nos proporcionarán la ayuda que esperamos.
No obstante, no podemos olvidar que todas estas herramientas deben utilizarse correctamente o, de lo contrario, no nos proporcionarán la ayuda que esperamos.
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